Muchas iglesias o catedrales cuentan con la imponente presencia de un órgano de tubos que domina la nave y cuyo sonido llena el ambiente. Pues bien, aunque puede parecer extraño, los grandes tubos metálicos que pueden observarse a gran distancia, en su mayoría, no son más que flautas de pico invertidas. Si se observa bien, su forma los delata. En los tubos flautados que reciben esta denominación por su parecido con la flauta, la vibración del aire se produce por el mecanismo de bisel. De grosor y longitud muy variables -pueden oscilar entre los dos centímetros y los seis metros de los llamados tubos de fachada-, no poseen orificios laterales, puesto que están destinados a la producción de una única nota.
Ave María de Schubert